Ciuco Gutiérrez ahonda en la compleja relación entre los desnudos femeninos y las naturalezas muertas, buscando un espacio que permita la introspección y la comprensión. A través de su serie “Escenarios para la confrontación”, Gutiérrez entabla un cautivador diálogo que explora los ámbitos de los objetos y el profundo arquetipo femenino. La trayectoria artística de Gutiérrez siempre ha estado entrelazada con los objetos, protagonistas exclusivos de muchas de sus composiciones. Fascinado por lo mundano y aparentemente insignificante, elige objetos como souvenirs, baratijas, juguetes y otros artefactos procedentes de la cultura de masas. A pesar de su naturaleza efímera, estos objetos poseen un profundo significado, y las intervenciones artísticas de Gutiérrez, ya sean irónicas, satíricas, críticas o puramente estéticas, arrojan luz sobre sus historias marginales. A través de su lente, estos objetos se convierten en conductos de realidades humanas, ejemplificando la cosificación de la sociedad en el contexto de nuestra civilización impulsada por el consumo.

El artista rara vez se ha centrado en individuos en sus obras anteriores. Sin embargo, en esta serie en particular, presentada originalmente en Tabacalera en Madrid en 2015, Gutiérrez revisita arquetipos atávicos y sociales profundamente arraigados. Su intención es yuxtaponer el cuerpo femenino con el concepto del eterno femenino como una entidad efímera en constante evolución.

La cosificación de la mujer y los procesos fetichistas que soporta van más allá del ámbito físico y se adentran en el terreno de las emociones. Sin embargo, la exploración de Gutiérrez no se detiene en la mera condena de la mujer como simple “objeto sexual” y las implicaciones que ello conlleva para su condición de sujeto. Por el contrario, se esfuerza por captar la esencia de la mujer liberada, ahondando en su profunda subjetividad. A través de sus composiciones fotográficas, los sujetos de Gutiérrez sacan fuerza del poder expresivo de las acciones corporales, participando en una “danza” visual en la que cada gesto tiene un significado profundo. De este modo, Gutiérrez elabora un nuevo alfabeto corporal que, en última instancia, nos devuelve a la comprensión de la mujer como sujeto autónomo capaz de configurar y producir sus propias realidades.